Gabriel Amat cumplía en julio 30 años como alcalde de Roquetas. Treinta años en los que la localidad del Poniente ha pasado de tener 30.000 habitantes a los más de 112.00 en la actualidad. Este comentario va más allá de la política, de las vicisitudes por las que ha pasado a lo largo de estas tres décadas. Lo que busco es ahondar, si es posible, en la persona, en el hombre que llegó de La Rábita a mediados de los años cincuenta, se estableció con su familia en Roquetas y, a partir de ahí, comenzó una andadura en la que el esfuerzo, el trabajo, la dedicación, y porqué no decirlo, la suerte, lo puso en el camino de forjar a un empresario notable, que un día fue tentado por sus amigos para entrar en política, lo eligieron concejal y desde ahí hasta hoy. Un camino largo, plagado en muchas ocasiones de obstáculos, a veces casi insalvables, para mantener el apoyo de sus vecinos elección tras elección, a la vez que el pueblo se transformaba en una ciudad imparable, se consolidaba como el municipio con más proyección de Andalucía y los servicios tejían una tela de araña en torno al crecimiento para imbricarse en un tejido social pluriracial y hasta hoy.
Gabriel Amat, siempre modesto, de escasas palabras y convicciones firmes, hace gala cuando ya ha cumplido ochenta años de una salud de hierro, ideas intactas y, lo que considero clave en cualquier ser humano: la permanente necesidad de crecer, nuevas ideas que poner en práctica y ganas para llevarlas a cabo. El termino conformismo no existe en el vocabulario de un alcalde que se encontró un Ayuntamiento casi en bancarrota, con nula capacidad de pagar las nóminas, a ser uno de los municipios más saneados de Andalucía y de España. El éxito no sabría decir con exactitud los motivos por los que se ha producido, pero afirmo con rotundidad que la constancia ha sido una de las claves. Constancia, posiblemente reñida en muchas ocasiones con una ambición sin límites por su pueblo, los que lo han llevado a agosto de 2025 a pensar que todavía queda tanto por hacer que bien se merece, si los ciudadanos lo apoyan, una nueva legislatura en la que cuadrar un círculo que era un puzle sin solución y defectuoso en 1995 y que hoy funciona como un reljo suizo de precisión que es la Roquetas de Mar de 2025. Una ciudad sin límite, que puede aspirar a ser lo que quiera.
Gabriel Amat, alcalde de Roquetas de Mar.